Me encanta el cine, ya sea acudir a una sala o lo que está muy de moda ultimamente, el cine desde la comodidad de tu casa, puedo pasar una tarde entera viendo películas, incluso ver películas repetidas, que ya he visto antes y que se han convertido en mis favoritas.
Desde muy niño me gusta, recuerdo que en mi infancia estaban de moda las matinés, que eran funciones en la mañana para niños a un menor precio que las funciones vespertinas, el presupuesto familiar a veces obligaba a acudir en ese horario.
Ir al cine era un ritual esperado, si íbamos en familia, incluía preparar botanas y golosinas, incluidas las bebidas para meterlas de contrabando al cine y evitar comprar en la dulcería, a veces solamente comprábamos palomitas. De niños no lo tomábamos en cuenta, pero imagen el ruido al destapar la botella de refresco durante la proyección de la película.
Hubo ocasiones en que fuimos solos al cine siendo niños, recuerdo que una parte del ritual que era muy divertida, era corretear por las enormes salas, momentos antes de ver la película o en el intermedio, algo que a los adultos, en especial a mi Padre, no les gustaba.
Hablando del intermedio, era una interrupción de la película para ir al baño y comprar golosinas en la dulcería, también el intermedio se daba entre película y película, ya que generalmente eran programas dobles, es decir dos películas por un boleto.
Conforme fui creciendo, juntaba lo ganado en mis empleos de estudiante y por lo menos una vez por semana iba al cine, mi compañero cinéfilo era Rafael, un amigo que era vecino de la cuadra donde vivía, Rafael era más conocido por su apodo, le decíamos Chivigón, como el dragón del programa de "Señorita Cometa", Rafa y yo cumpliamos religiosamente nuestra visita al cine, al grado que llegamos a ver todas las películas de la cartelera en una semana, claro que no había muchos cines en esa época.
Este tema viene al caso porque ayer estaba viendo una película que se llama en español "Así somos" y en inglés "People like us", no voy a quemar la historia, trata de una persona que acude al funeral de su padre y la herencia que deja le prepara una sorpresa.
Para mí, que soy muy visual, las películas que narran situaciones complicadas y la manera cómo la familia se convierte en el apoyo para superar las adversidades, me gustan mucho, cualquier película que provoque sentimientos positivos es para disfrutarse. Todas las familias tienen problemas, pero cuando alguien toma la iniciativa para resolverlos, ignora el egoísmo, el rencor o el odio y da el primer paso, lo transforma en generosidad y amor, crea un vínculo indestructible.
Las relaciones negativas que se transforman en positivas a traves de un proceso doloroso dejan una profunda huella, el cine nos da la oportunidad de experimentarlo sin sufrirlo, nos da un ejemplo vívido de como afrontar algo similar. Si logramos reconvertir nuestras relaciones difíciles como positivas, nos dará esa sensación de bienestar que podemos llamar felicidad.
Estoy seguro que hay vidas cuyos problemas bien podrían ser llevadas a la pantalla, pero no hay nada mejor que experimentar en cabeza ajena. Eso es lo bueno de las películas.
Como siempre les dejo la frase para la reflexión...
"Lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros."
Pedro Ruiz (1947-?) Humrista, escritor y presentador español.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Participa y deja un comentario