Ha pasado un año más, normalmente el día 31 de diciembre es un día
ajetreado, se preparan todos para las fiestas, visitas, cenas, un sinfín de
actividades. Aunque no se tiene la espiritualidad de la Navidad, también es un
día importante, es la terminación de un ciclo de 365 días, es mucho más
festivo, incluso es un día que no necesariamente se pasa en familia, sino más
bien se comparte con amigos, se cena fuera, hay baile y fiesta.
Este ajetreo hace que se olvide una parte importante de concluir un ciclo y
que es la reflexión, simplemente no da tiempo, aunque muchos digan que piensan
y planean sus propósitos para el año nuevo, la realidad es diferente, se atragantan
las uvas porque el ritmo de las campanadas es más rápido que lo que masticamos,
masticamos más rápido que lo que pensamos nuestros propósitos, en lugar de doce
terminan siendo menos, aunque ahora que lo pienso ¿por qué deben ser solamente
doce?
Le dedicamos más tiempo a repetir ritos que se van arraigando en la
creencia de que si los hacemos se cumplirá lo que prometen, que si usamos ropa
interior roja para tener amor, que si usamos ropa interior amarilla tendremos
dinero, que si salimos a dar la vuelta a la manzana con las maletas, viajaremos,
que si comemos lentejas habrá abundancia, pero en dónde quedo la reflexión.
Tenemos hoy un magnífico pretexto para agradecer, quienes comparten mi
religión, agradecer primeramente a Dios, por los dones recibidos, por
permitirnos vivir un año más, agradecer a todos los seres queridos su presencia
en nuestra vida, todos sin excepción tienen un lugar importante en nuestro
corazón y nos ayudan a ser lo que somos, agradecer la salud y el trabajo.
Es también tiempo propicio para evaluar lo que hicimos, qué tanto nos
esforzamos y nos enfocamos en conseguir nuestros objetivos, probablemente
trazados en la última noche del año anterior, o probablemente a lo largo del
año, evaluar que nos faltó para conseguirlos y aprender del proceso, recuerda
que “experiencia no es lo que te pasa, si no lo que haces con lo que te pasa”.
Dedica un tiempo para fijarte nuevos objetivos, no te limites a doce, ni es
necesario recitarlos mientras comes uvas, necesitas plantear metas realistas,
fijar un tiempo para conseguirlas y medir los avances durante el proceso.
Es un momento importante para evaluar tu relación con las personas que te
rodean, cuáles están dañadas, por la razón que sea, repáralas. Si es necesario
que alguien dé el primer paso para restablecerlas, hazlo Tú.
Probablemente, durante este año que concluye, hayas tenido que despedir a
un ser querido, a un amigo, a alguien que conoces y que era cercano a personas
que te rodean, es una ley natural, es el mensaje permanente de que nuestro paso
por este mundo es temporal y efímero, que lo que siembres en esta vida lo
cosecharas en la próxima, más importante y definitiva, así que es tiempo ideal
para pedir y dar perdón.
Acumula gozo, no rencor, dar es la expresión máxima de la felicidad, de
verdad lo digo, cuando logras dar con generosidad, la mejor recompensa es para ti.
Esta noche, seguramente abrazarás, reirás, comerás, beberás en abundancia,
habrá algunos que no, así que trata de compartir con quien no tiene.
Cada día trae sus propias preocupaciones, el año que termina tuvo días
buenos y mejores, malos y peores, analiza tu actitud ante ellos, cuando lo
hiciste positivamente, seguramente los resolviste mejor, así que haz el
propósito de asumir esa actitud ante la vida.
Deseo de todo corazón que todo lo que te propongas este 2014 se cumpla, que
Dios te ilumine para que, a pesar de tus debilidades humanas, alcances tus
objetivos, espero que llene de abundancia de salud, trabajo y amor tu vida y la
de tus seres queridos.
¡¡FELIZ AÑO NUEVO 2014!!
Como siempre dejo la frase para la reflexión…
“Las
personas necesitan un propósito que tenga significado, Esa es nuestra razón de
vivir. Con un propósito compartido, somos capaces de conseguir cualquier cosa.”
Warren Bennis
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