Ayer
fuimos de paseo a Santa Ana Chiautempan en el estado de Tlaxcala, la
visita fue con la intención de comprar muéganos, un dulce regional que
es a base de pequeñas galletitas bañadas en miel de piloncillo que son
pegadas en una tira de papel del llamado de estraza.
La
tradición de comprar muéganos la recuerdo de mi Padre, creo
que ya lo hacía desde que acompañaba a mi abuelo, ya que él era
originario de este pintoresco pueblo tlaxcalteca. De
la familia, quien ha sido el más fiel a la tradición de comprar estos
dulces es mi hermano mayor, Matías, tanto lo ha sido, que hoy su hijo,
el primer nieto de mi padre, también lo hace con frecuencia por lo que
podemos decir que ya son 4 generaciones.
El
propietario de este negocio es Don Miguel, tiene 94 años y ayer tuve la
oportunidad de conversar con él, Don MIguel es un pequeño hombre,
moreno, de sonrisa franca, fuerte, de ojos pequeños pero vivaces, no se
ve de la edad que tiene, bajó sin ninguna ayuda las escaleras que van de
su habitación al pasillo que lleva al área de la panadería. Bajó a
saludar a los clientes que preguntaron por él a su hijo Fidel, quién no
dejaba de trabajar en la preparación de pan, metiendo y sacando charolas
del enorme horno dispuesto en uno de los ricones de la panadería.
Al
hacerle la referencia del apellido de la familia dijo no recordarlo, lo
atribuyó a a que ha pasado mucho tiempo, aún así fue una amena charla
de unos 15 minutos, de esta conversación me quedo con las siguientes
enseñanzas:
Disfruta el trabajo, hasta
el día de hoy Don Miguel vende muéganos en el puesto que tiene en el
centro, aunque ya no lo hace todo el día como solía hacerlo, ni es él
quien los prepara, no falla en acudir todos los días, nos comentó que el
trabajo es lo que lo mantiene sano y sin dolerle nada, cuando estás ocupado, nos dijo, tus músculos se mantienen fuertes y tu mente ágil.
Predica con el ejemplo, Si
alguien tiene calidad moral, es Don Miguel, seguir trabajando a los 94
años, disfrutando lo que se hace, es el mejor ejemplo para sus hijos y
nietos quienes laboran diariamente en la panadería.
Disfruta la comida, Don
Miguel disfruta de la comida y de la bebida, desde hace muchos años no
bebe alcohol, ya no le gusta, además, nos dijo, los amigos de bebida se
han ido muriendo, ya no queda ni uno. Pero eso sí, come de todo, aunque
poco porque dice que se llena pronto.
Mantén siempre el optimismo.
La manera como Don Miguel platica, se mueve, se ríe y trabaja está
llena de optimismo, incluso la manera como habló de la muerte me pareció
la de un hombre agradecido y contento con la vida. Yo no sé cuánto
tiempo esté en este mundo terrenal, pero si llego a la edad de Don
Miguel, quisiera tener su fuerza, claridad mental y actitud ante la
vida.
La
herencia que ha dejado a sus hijos es la de un oficio que también está
trascendiendo generaciones, mis hijos siempre me han acompañado cuando
vamos por muéganos, les encanta este rico antojito, probablemente,
dentro de algunos años irán con sus propios hijos, platicarán, al igual
que lo hago ahora, que van desde chicos, que conocieron a Don Miguel, a
su hijo Fidel, conversarán y recordarán mientras compran, y será
entonces la quinta generación. Eso es tradición.
Les dejo una frase para la reflexión...
"El que no da un oficio a su hijo, le enseña a ser ladrón."
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