Comunmente, en la época invernal la gente se enferma, los cambios bruscos de temperatura, el viento, el frío, los lugares cerrados con poca ventilación, todas son causas de que proliferen los virus y que sea más fácil enfermar, desde una simple gripe hasta la peligrosa influenza.
Me considero afortunado porque además de que es raro que me enferme, cuando me sucede no tengo esas características dolencias que hacen que la gente se quede en cama, como dolor de cabeza, fiebre, cuerpo cortado, a mí solamente se me constipa la nariz, es mi única molestia sumamente tolerable.
Recuerdo cuando a mi hermano mayor Matías, quien por cierto es médico, le comenzaban los síntomas de la gripe, se ponía pijama, se envolvía en cobertores, se untaba el pecho de ungüento mentolado y se quedaba a reposar la gripe, así fuera un simple catarrito.
Al charlar sobre este tema en la oficina, recordé como eran los remedios y medicinas durante mi infancia, personalmente prefería las inyecciones, por un piquetito el alivio era casi inmediato, quien inyectaba en la casa era mi mamá, tenía una peculiar forma de inyectar, no lo hacía de golpe, hacía intento y se detenía, volvía a intentar y se detenenía, como si estuviera buscando puntería, como al cuarto o quinto intento por fin introducía la aguja, para los que eran más nerviosos que yo, para ese momento ya habían tensado el músculo haciendo más dolorosa la inyección.
Todo el drama que no hacía con las inyecciones, lo hacía con los jarabes, pero antes no eran de sabores como ahora, recuerdo la emulsión de Scott, a base de aceite de hígado de bacalao, sabía horrible, hoy es de sabores cereza o naranja, la mayoría de los jarabes hoy en día son saborizados, en mi infancia también lo eran, pero eran sabor a medicina.
Para que me tomara la famosa magnesia de Phillips, mi mamá tenía que corretearme blandiendo en su mano derecha la cuchara y en la izquierda "la chancla justiciera", cuando por fin lograba tomar el jarabe, comenzaban las arcadas y sin poderlo evitar, devolverla junto con el almuerzo y despues recibir el chanclazo justiciero, a veces hasta el tercer intento lograba tragar la medicina sin volver el estómago. Prefería las inyecciones.
Tragar pastillas tampoco fue problema, pero recuerdo que para mis hermanos menores trituraban la pastilla y con un poco de agua en la cuchara se las daban como jarabe para que las pudieran tragar, abrían las píldoras por la mitad y sacaban el polvito y lo ponían, de igual manera en la cuchara, ¿a quien se le ocurre hacer pìldoras tan grandes?.
Afortunadamente los medicamos han evolucionado para hacer más sencillo su administración y toma por los enfermos, especialmente los bebés, vienen con esas jeringuillas, similares a los goteros para que le des el jarabe sin el riesgo de que lo escupa o no lo trague. Aunque siempre será mil veces mejor que no se enfermen.
Mi remedio favorito para la gripe es el caldo de pollo, para mí no hay cosa mejor que un buen caldo para destapar la nariz y sentir alivio, mucha verdura y mucho limón, sin olvidar un toquecito de yerbabuena. ¡Santo Remedio!, ojalá que esta temporada pase de largo sin que los virus incuben en tu cuerpo, pero si no, tómalo con calma, si eres como Matías, arrópate y vuelve a la cama, si eres como yo, vete a trabajar y regresa más tarde a tomar un rico caldo de pollo.
Mientras tanto, como siempre una frase para la reflexión...
"Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina."
Hipócrates (s. V AC-s. IV AC) Médico griego.
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