lunes, 6 de enero de 2014

Queridos Reyes Magos

¿Qué te trajeron los Reyes? Esa era la pregunta la mañana del 6 de enero en mi niñez, creo que era una de las fechas más esperadas por mí. Esta tradición está más arraigada en el centro del país que en el Norte donde vivo actualmente, aquí es más popular Santa Claus, pero la mercadotecnia se encarga de mantener vivas las dos fechas.

Mis recuerdos me transportan a la noche anterior, el 5 de enero desde muy temprano comenzábamos poniendo la fila de zapatos, imagínense éramos 7 hermanos más Papá y Mamá, poníamos una fila que ocupaba bastante espacio. Le poníamos a cada uno su carta, como mis hermanos mayores ya no participaban mucho del rito, solamente poníamos una carta sencilla para que les trajeran dinero. A mi Papá le traían su billete de lotería, el 14342, ¿cómo sabían los Reyes dónde vendían su billete?

La importante era mi carta, comenzaba diciendo que me había portado bien, que había sacado buenas calificaciones y que esperaba que me trajeran lo que pedí, hasta donde recuerdo, siempre lo hicieron. Algunos de mis hermanos no tuvieron tanta suerte, es probable que no se portaran tan bien como yo, o no tuvieron la fortuna que tuve de que fueran los Reyes quienes me iban diciendo, muy veladamente, que pedir, los Reyes eran tan hábiles que me convencían de pedir lo que estaba al alcance de su presupuesto, entonces eso pedía y ¡eso me traían!, jamás falló.

Siempre con el regalo venía una bolsita de chocolates, ¡deliciosos!, envueltos en papel metálico, con un cintillo de papel con escudos diferentes al rededor de ellos, después de comerlos, esos cintillos los usábamos como anillos para jugar. La bolsita también tenía unos caramelos macizos, redondos con una pasita envueltos en celofán transparente. La bolsita se convertía en un tesoro que era guardado celosamente hasta que se terminaba. Normalmente me los terminaba primero que mi hermano, así que en ocasiones lograba que me compartiera de los suyos.

Recuerdo que nos acostábamos temprano, por lo mismo no teníamos sueño, estábamos nerviosos a la espera de los Reyes, dando vueltas en la cama hasta que el sueño nos vencía, nos había dicho Papá que si veíamos a los Reyes, los juguetes se desaparecerían y ya no nos volverían a traer nada. Imagínense el miedo que sentía de ir al baño, ¿qué tal si me los encontraba? A las vueltas en la cama por los nervios, había que sumarle el baile por aguantar las ganas de orinar, mientras más nervioso estaba, más quería orinar, entonces me daba más nervios y más ganas, hasta que ya no aguantaba más y preguntaba si podía ir al baño, -"ve pero cierra los ojos y no mires a los Reyes" me decía mi Papá. Tengo el recuerdo de orinar con los ojos cerrados guiando mi puntería por el ruido del chorro en el sanitario.

Afortunadamente, nunca vi a los Reyes y me siguieron trayendo mis regalos mientras me porte bien. De los que recuerdo con cariño fue mi primer reloj, un reloj de Mickey Mouse con las manecillas hechas con sus brazos. Otro fue mi Chutagol, aunque después fue un poco decepcionante porque tenías la idea de que se movían solos como pasaba en la tele cuando la realidad era que tenías que estarlos moviendo Tú y era un poco incómodo estarte parando a corretear la pelotita, acomodársela al muñequito y chutar, terminábamos yendo a jugar fútbol real.

Uno de los mejores regalos fue la bicicleta, aunque tuvimos que pedirla compartida entre tres: mi hermana Carmen, mi hermano Gerardo y Yo, fue fabuloso ver ésa bicicleta en medio de la sala al despertar, era azul brillante, tal vez uno de los regalos más esperados.

Ahora, los Reyes no dejan de llegar cada año a adorar a ese niño en quien ven a un verdadero Dios, verdadero Rey y verdadero Hombre, la manifestación prodigiosa de Dios que es lo que significa epifanía, y que los Reyes nos recuerdan para que hagamos lo mismo todos los días.

Queridos amigos, espero que los Reyes Magos le hayan traído todos sus regalos y que se sigan portando bien para que no corran el riesgo de que les traigan carbón.

Cómo siempre les dejo la frase para la reflexión...

"Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén"
Mateo 2,1-12
 







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