Una querida amiga sugirió que hablara del amor a los hijos, aunque no soy un especialista ya que ni soy psicólogo ni terapeuta, creo tener la calificación que me da un titulo ganado con los años: soy padre.
Tengo dos maravillosos hijos que son mi orgullo, como la mayoría de los padres, los veo llenos de virtudes inigualables, con tremendas capacidades para el éxito y con buenos sentimientos para convivir con los demás.
Me parece imposible resumir el amor que sentimos los padres por nuestros hijos, especialmente las madres que tienen el privilegio de sentir cómo se va gestando ese nuevo ser en su interior, es algo que como hombre jamás podremos sentir, ese privilegio hace diferencia en como amamos a nuestros hijos.
Sin embargo, como padre sentimos una emoción muy especial cuando vemos a nuestro hijo nacer y lo escuchamos llorar por primera vez, recuerdo que, sin pensarlo, me salió un sollozo con una exclamación de admiración por el milagro de vida que presencie en ese momento, ver a mi hijo, fruto de nuestro amor, un hijo deseado, esperado, amado desde su concepción, recibido con alegría. Esa tremenda emoción se repetiría 5 años después con la llegada de mi segundo hijo, igualmente deseado, esperado, amado desde su concepción y recibido con alegría.
El amor de padres hace que todo gire alrededor de los hijos, pensamos para ellos, trabajamos para ellos, vivimos para ellos, queremos lo mejor y tratamos de facilitarle los caminos, queremos que no sufran lo mismo que nosotros, queremos que tengan las cosas que no tuvimos nosotros y nos esforzamos todos los días para hacer realidad lo que planeamos para ellos.
Pero cuidado, el amor a los hijos no debe ser más grande que el amor a tu pareja, recuerda que los hijos son prestados y algún día tendrán que irse, recuerdo una analogía, aunque no recuerdo exactamente quién me la platicó, que dice que el matrimonio es como una banca del parque, en un primer momento esta sentada uno junto al otro la pareja, cuando llega el primer hijo, se abre un espacio entre los esposos y se pone al hijo al centro, a la llegada de cada hijo, se va haciendo más grande el espacio. Con el tiempo, los hijos comienzan a irse igual que como llegaron, uno a uno, pero el espacio abierto ya no puede cerrarse, la pareja ha perdido su esencia para convertirse sólo en padres.
Cuando toca a uno ser Padre y Madre a la vez, se corre un riesgo mayor, concentramos en nuestros hijos todo el amor, los convertimos en el centro de nuestro universo, tendemos a darlo todo sin dejarnos a veces, nuestro amor a nosotros mismos, no debemos olvidar el valor que las lecciones de disciplina dan en la formación del carácter de los hijos, la tolerancia a la frustración que hace adultos maduros.
El amor que tenemos a nuestros hijos debe ser tan grande como para dejarlos volar, debe ser tan grande para dejarlos fracasar, dejarlos que se equivoquen, para que se independicen y realmente maduren.
El amor excesivo, sobreprotector, permisivo es muy dañino para nuestros hijos, cuántas historias cercanas conocemos de personas que no han logrado trascender, que acumulan fracaso tras fracaso, por que al final siempre recurren a estar debajo de las alas de "mama gallina", siempre tienen quién les solucione sus problemas.
Llegará el momento en que tengamos que afrontar la decisión de ya no hacer más por ellos, que salgan y consigan con su propio esfuerzo lo que requieren para sobrevivir aquí es donde tenemos que aprender de los animales, su instinto les dice cuál es el momento para dejarlos solos y simplemente los dejan. Llegado el momento debemos escuchar a nuestro instinto y dejarlos, ya los preparamos, ya tienen las herramientas, dejemos que encuentren su propia motivación.
Desde luego que tenemos el compromiso moral de apoyarlos siempre, pero debemos tener un amor tan grande que nos haga dejarlos solos cuando llegue ese momento, nuestros hijos seguramente lo agradecerán.
En algún momento me pregunté si mi padre había sido un buen padre, no me toca a mi juzgar, le tocará a mis hijos responder...
Gracias Mayi, buen tema, como siempre les dejo la reflexión en una frase:
"No le evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas."
Louis Pasteur (1822-1895) Químico y microbiólogo francés.
Les dejo también este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=MVIF2GCPZfM
Les agradezco las sugerencias y comentarios, si les gusta lo que leen compártanlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Participa y deja un comentario