Una disculpa pero hoy nuevamente me pongo futbolero, después de la decepción por la eliminación del equipo mexicano, quiero comentar lo que sucedió el día de hoy, ¿vieron la cara de los jugadores de la selección de Brasil cuando en menos de 25 minutos ya estaban 4-0? Lo que se vió fue incredulidad.
En los seres humanos lo que creemos, nuestras convicciones pueden establecer una gran diferencia para conseguir o no los objetivos, cuando estamos convencidos, esa seguridad y confianza actúa como un potencializador de nuestras capacidades, la confianza nos impulsa y esa certeza genera más confianza, mejores resultados y al final conseguir el objetivo planteado. Esto también es posible en los equipos.
La diferencia radica en que la confianza debe ser un pensamiento colectivo, la confianza debe sentirse de manera individual pero también hay una confianza en el desempeño de cada uno de los integrantes, la seguridad en lo que hacemos se va multiplicando cuando vemos a nuestros compañeros de equipo cumplir cabalmente con las funciones asignadas, hay una dependencia consciente en los demás, la certeza de que el equipo actuará efcientemente y coordinado y al igual que sucede individualmente, de manera colectiva se entra en el círculo virtuoso de más confianza, mejores resultados, mejor desempeño y logro de objetivos.
Lo que vimos hoy es una muestra del daño que hace la pérdida de confianza, ¿alguien se esperaba un resultado de la magnitud del que se dió?, ¿aún los más optimistas aficionados de Alemania llegó a pensar que ganaría 7 a 1?, ¿escucharon a algún analista decir que la suspensión de Thiago Silva el central de Brasil debilitaría a tal grado la defensa? Me atrevería a segurar que nadie lo imagino.
Siempre será muy sencillo analizar "a posteriori", es decir después de los hechos, pero desmenucemos un poco cómo fue que se construyó la desconfianza que originó esta debacle:
Brasil es un equipo que se defiende atacando, aunque haya sido ineficiente en este torneo, la mejor manera en que evitó llegadas a su portería fue teniendo presencia constante en la del contrincante, sin embargo esta estrategia era dependiente del desempeño de una persona, Neymar, cuando se lastima y se confirma su ausencia, el entrenador no tiene en quien descansar su estrategia, por eso decide cambiar y defender de manera tradicional, poblando el medio campo.
Ahí el primer mensaje que pegó en la línea de flotación de la confianza, similar al iceberg que golpeó al Titanic, los jugadores sintieron que tendrían que defender pero lo tendrían que hacer sin su defensa central, el baluarte y líder de su defensa, estarían solos en el campo a merced de los poderosos alemanes, no tendrían quien diera las voces y conduciera la salida ordenada.
La semifinal comenzó a perderse con la innecesaria segunda amarilla de Thiago Silva que causó su suspensión, ahí comenzó a hacer agua la confianza que terminó ahogada por los goles uno tras otro sin reacción, durante 30 minutos sólo hubo un equipo en la cancha, el orgulloso pentacampeón, a quien daban la corona de este mundial aún sin haber jugado un partido, estaba noqueado y no se levantaría ya.
A Brasil no le ganó Alemania, lo derrotó su falta de confianza.
Como siempre les dejo la frase para la reflexión...
"La desconfianza es una señal de debilidad."
Indira Gandhi (1917-1984) Estadista y política hindú.
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