Desde hace un par de días hemos comentado sobre las personas tóxicas de las que nos rodeamos, pero ¿qué pasa cuándo la persona tóxica es la figura de autoridad?, y con éstos me refiero básicamente a los padres en el entorno familiar o los jefes en el laboral.
Comencemos por la familia, los padres pueden convertirse en personas sumamente tóxicas para los hijos, recientemente veía un documental de padres de hijos deportistas en EU, padres que presionaban a los hijos a los resultados, empujaban para que practicaran una y otra vez, llegando al grado que los hijos rechazaban la actividad que alguna vez les divertía o bien tenían un desempeño mediocre. Para estos muchachos la exigencia de sus padres era nocivo para su auto-estima.
Al igual que un padre que permanentemente minimiza las habilidades y competencia de sus hijos, así también es nocivo quien las ensalza de manera superlativa, al grado de exagerar las cualidades de sus hijos, desarrollan tanto su ego y su orgullo que se creen merecedoras de todas las atenciones y de todos los reconocimentos, personas prepotentes que se convierten en personas tóxicas también.
La figura de autoridad tiene una estrecha relación con el liderazgo, un padre en cierta forma es un líder que guía a sus hijos en la vida, lo he dicho tanto que parece eslogan del blog, pero no hay poder más influenciador que el del ejemplo, el problema se radica cuando los ejemplos que dan los padres son negativos, la contaminación que se tiene extiende la toxicidad a los hijos y las personas con las que se relacionan.
Una de las habilidades que debemos desarrollar como padres es la mesura, tanto en el halago como en la corrección, debemos cuidar mucho las palabras que decimos a nuestros hijos y cómo las decimos, cuando te pasas la vida diciendole a tu hijo que es un burro, terminará creyéndolo, debemos tratar de ser objetivos, identificar sus fortalezas y sus debilidades, si es posible que se concentre en lo que es fuerte, su fortaleza hará fácil la tarea realizada, la facilidad para esas tareas le harán feliz y muy probablemente exitoso. Anteriormente se pensaba que se debían trabajar las debilidades para mejorarlas y convertirlas en fortalezas, pero hoy se recomienda no perder enfoque y mejor hacer más fuertes esas fortalezas, si me permiten la expresión.
Los jefes cumplen en cierta forma ese papel de liderazgo que juegan los padres en la formación, solamente que es en la formación profesional, los jefes tóxicos piden trabajos a sus colaboradores cuando está cerca la hora de salida para provocar que se queden más horas en la oficina, muestran poco respeto por el tiempo de sus colaboradores.
Un jefe tóxico descalifica el trabajo, no da retroalimentación positiva, generlamente es el tipo de jefe que no sabe delegar y que piensa que el trabajo bien hecho es solamente el que él realiza personalmente, muchas veces interviene muy poco pero es quien se cuelga todas las medallas y no da ningún tipo de reconocimiento a su equipo de trabajo.
Otro grado de toxicidad en los jefes es aquel que fomenta la comunicación informal, los chismes y los rumores por encima de la comunicación formal, manipulan a la gente a través de comentarios como "el director me preguntó sobre tu desempeño, así que más vale que te pongas las pilas", o algo como "ya van a empezar los recortes, así que si quieres conservar tu empleo tienes que hacer lo que yo diga" y cosas por el estilo, se aprovecha de la gente jugando con el miedo a perder el empleo.
¿Como contrarrestar una figura de autoridad tóxica?, mientras más cercana es la persona es más dificil, los padres pueden llegar a causar traumas importantes, sin embargo siempre se puede hacer a través de un buen conocimiento de uno mismo, la mejor manera es tener claro tus fortalezas, a un jefe siempre lo podrás evitar, a tus padres no, muy probablemente tendrás que pasar un proceso de maduración personal antes de darte cuenta si tus padres te ayudaron o te dañaron. Lo importante es tener claro también lo que serás tú como padre.
Como siempre les dejo la frase para la reflexión...
"Los malos ejemplos son más dañinos que los crímenes."
Montesquieu (1689-1755) Escritor y político francés.
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