La adolescencia es una etapa de los hijos, en la cual el vínculo creado con su madre se incuba mientras las hormonas comienzan esa montaña rusa que van transformando su cuerpo y mente, esta explosión hormonal suele encontrar un ambiente combustible cuando coincide con el ciclo menstrual de mamá, el temperamento cambio del enojo al llanto, de la culpa a la alegría, del amor al "odio" o a lo que creen los adolescentes que es el odio.
Las demostraciones de cariño ya no son tan efusivas como durante la niñez, ese deseo de ver a mamá ya no es tan evidente como cuando iba a recogerlo a la escuela, incluso los hijos adolescentes prefieren evitar ser recogidos en la escuela, quieren demostrar que están creciendo y ya no quieren depender de mamá, pero estos mismos adolescentes que suelen rechazar muestras de afecto en público, tienen demostraciones sorpresivas de su cariño en privado.
Yo no tuve la fortuna de tener hijas, sin embargo es indudable el papel fundamental que tiene mamá en las explicaciones sobre los cambios en su cuerpo, la importancia de su cuidado, de la higiene, de como pueden hacerse vulnerables al enamoramiento y la ilusión de un noviazgo juvenil, son ejemplo y guía de la futura mujer y madre.
Pero también esto trae sus propios conflictos, los choques hormonales por la coincidencia de los ciclos menstruales pueden ser explosivos, creo que aquí es papá quien más los sufre.
El mundo de los adolescentes aunque no lo quieran gira al rededor de mamá, sabe en dónde están todas las cosas, resuelve todas las dudas, está disponible para llevar y traer, conoce a las mamás de los amigos, habla con los maestros, consigue las tareas, surte la despensa, compra lo que les gusta, no olvida cumpleaños, a veces escoge la ropa, a veces no pero opina y sorpresivamente le hacen caso.
Poco a poco, la madurez de este pequeño que crece y su deseo de independencia fruto de un buen trabajo materno, hace espaciados los contactos, ya no pasan tanto tiempo juntos y si ve una foto añora a su bebé, pero cada día se siente más orgullosa de como lo ha formado, se está preparando para enseñarle a volar, aún no lo suelta pero sabe que el momento se acerca.
Una madre tiene un umbral de dolor amplio comentábamos al inicio de la serie, tan amplio que tiene que soportar varios cortes del cordón umbilical, la independencia de los hijos, cuando se enamoran, cuando consiguen a su pareja y cuando forman su hogar, es otro parto, una vez más tendrá que superar esa separación y el duelo correspondiente, el vínculo dejo de incubar para transformar la relación, solamente que entra otro factor en la ecuación: la pareja
Esto lo comentaremos mañana, les dejo la frase para la reflexión...
"Dos excesos deben evitarse en la educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura."
Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego
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