viernes, 23 de mayo de 2014

Mi rico cafecito

Al momento de escribir este blog, estoy tomandondo un rico cafecito, esta aromática bebida que tiene la propiedad de mantenerte alerta y de estimular la percepción de tus sentidos, disfrutas esta bebida con la vista, con el olfato y por supuesto que con el gusto.

Desde muy pequeños nos acustumbraron en casa al café con leche, generalmente era café soluble, cuando íbamos a Veracruz en esas ocasiones en que mi Padre nos llevaba sorpresivamente, era imperdible la escala en el café de la Parroquia y tomar un "lechero" que es el clásico café con leche servido de una manera singular, en el vaso una dosis generosa del cafe tipo expresso, tocar con la cuchara en el vaso a manera de campanilla y esperar que un mesero sirva la leche hirviendo al vaso desde una jarra metálica, a veces desde alturas insospechadas con una puntería de precisión.

Recuerdo que era raro que tomara café solo, lo hacía a menos que no hubiera leche, siempre lo tomé con azúcar hasta que me inicié como un verdadero aficionado, fué durante mi primer trabajo, al ir a tomar un entrenamiento en la ciudad de Xalapa, Veracruz tuve la oportunidad de compartir mi etapa de entrenamiento con un compañero originario de Coatepec, un pueblo cafetalero muy cercano a Xalapa y del cual es originario el mismísimo cafe de la Parroquia.

El padre de este compañero era propietario de una finca cafetalera y con él comence a conocer un poco de las diferencias que existen entre las variedades y empecé también a educar mi paladar, no quiero decir que está muy educado que digamos, pero ya distingo diferencias, algo de lo primero que me dijo es que el sabor de un buen café debe ser ligeramente ácido, si es muy amargo puede ser debido a que se paso en el tostado del grano o se quemó.

También me dijo sobre el color, debía ser marrón si estaba muy negro también podía deberse a un tueste inadecuado, me comentó que hay variedades que pintan aunque su sabor es muy tenue y hay otras que tienen un sabor intenso pero que no pintan, así que las mezclas ayudan a compensar sus propiedades.

Me dijo que el café se debe tomar, definitivamente sin azúcar, así lo tomo desde hace casi 25 años, cuando por error tomo café endulzado, hago gestos similares a los que haría alguien que acostumbra a tomarlo dulce y lo toma sin azúcar. Hay diferentes maneras de prepararlo, en cafetera por goteo, en percoladora, a presión, con prensa francesa y todas ofrecen diferentes matices de sabor.

Mi gusto se fué perfeccionando gracias a que he vivido en ciudades cafetaleras, viví en Xalapa, en Córdoba y Veracruz, también viví una temporada en Chiapas, en todas esas ciudades probé café de excelente calidad. En casa de mi hermano y gracias a mi cuñada, colombiana de nacimiento y mexicana por elección he probado también el café colombiano.

Me gusta el café con sabor intenso, me gusta el expresso, me gusta el capuchino pero normalmente lo tomo con doble carga, cada mañana mi café es indispensable, tomo por lo menos un par de tazas en el desayuno, cuando dispongo de más tiempo, suelo duplicar la dosis, a veces tomo una o dos más en la oficina y ocasionalmente una más en la noche.

Últimamente, he adquirido la costumbre de moler el café que preparo al momento de hacerlo, la diferencia se nota desde el aroma, además que se siente una mayor intensidad del sabor, no estoy seguro si ya eduqué mi paladar, pero puedo distinguir la diferencia de un buen café, distingo si ya tiene mucho tiempo en la cafetera o si está recalentado, te vas haciendo exigente.

No voy a entrar en la polémica si el café es dañino o benéfico para salud, considero que todos los excesos son dañinos, tal vez la polémica sea ahora determinar a partir de cuántas tazas es un exceso. Para mí un buen café es uno de esos placeres personales que se disfrutan a plenitud, algo similar me pasa con el vino, será tema para otra ocasión.

Mientras les dejo la frase para la reflexión...

"Claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo."
Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés.


 

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