jueves, 15 de mayo de 2014

El maestro, ejemplo inspirador

Hoy se festeja a los maestros, me viene a la memoria un ejercicio que planteaba un facilitador de algún curso que tomé, piensen en primer maestro de la primaria que se les venga a la memoria, ¿ya?; ahora piensen en el primer maestro de secundaria que se les venga a la memoria, ¿listo?, repitan la operación para la prepa y para la facultad, ¿era el maestro que más les exigía?.

Generalmente la respuesta es sí, el maestro que deja huella en nosotros es el que nos exigió, el que nos llevo al límite, nos impulso fuera de nuestra zona de confort y amplió nuestra zona de aprendizaje, fueron maestros que nos ayudaron a sacar la mejor versión de nosotros mismos, que nos llevaron a cumplir los objetivos.

Si lo vemos desde la perspectiva de la escuela de la felicidad, estos buenos maestros nos hacen felices, porque son relaciones positivas que nos despiertan emociones positivas, que le dan sentido a nuestras vidas y nos acompañan en los pequeños o grandes logros y nos hacen sentir comprometidos.

Estos maestros son ejemplos inspiradores de lo que una persona que disfruta lo que hace, sigue su vocación e influye en los demás puede ser capaz, un buen maestro es también un maestro feliz, satisfecho de su labor y comprometido con las personas con quienes tiene el deber de influir.

Pero, lamentablemente no es el común denominador de los maestros del país, hay muchos pero no son suficientes, hay más que han tomado la profesión por accidente, porque ofrece una forma de ganar dinero, porque se puede tener trabajo seguro, por política, por herencia de plazas o por muchos otros motivos lejanos de la vocación.

Además hay un sistema educativo que favorece la mediocridad y la corrupción, que privilegia la holgazanería al trabajo, que se instala en la comodidad de la costumbre y contagia a los alumnos de la misma desidia y apatía, no permite evaluaciones ni evalúa sus resultados, no hay manera de identificar las mejoras.

Por eso los buenos maestros brillan entre la oscuridad de la ignorancia y se convierten en faros de luz para sus alumnos que quieren llegar a buen puerto, los maestros en las primeras etapas de la escuela tienen la enorme responsabilidad de contribuir a la formación del futuro individuo, de sembrar la semilla del conocimiento y avivar la sed de aprender, ayudar a sus alumnos a cuestionar y encontrar sus propias respuestas, a exigirse y no detenerse hasta lograr sus objetivos.

Personalmente siempre me he visto al final de mi carrera profesional compartiendo en un aula mis conocimientos, siempre he pensado que quien comparte se convierte también en parte de quien aprende, en mi formación han contribuido una cantidad enorme de maestros de quienes he tratado de tomar lo mejor y siento el compromiso de retribuir de alguna manera la generosidad de mis maestros, este también es uno de los objetivo de escribir: compartir.

Vaya una felicitación a los maestros, especialmente a los de mi familia, mientras tanto les dejo una frase para la reflexión...

"Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender."
Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.
 

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