jueves, 14 de noviembre de 2013

Administrar tu riesgos

En los últimos años he estado muy ligado al concepto de administrar los riesgos, esta actividad, si bien puede ser una carrera profesional, debe ser también una actividad que debemos realizar cotidianamente en nuestro ámbito personal o familiar.

Debemos partir de la base de entender claramente que es un riesgo, el cual comúnmente es definido como el grado de incertidumbre de la ocurrencia de un evento, es decir que tan probable es que pueda suceder o no ese evento.

Si el evento una vez que sucede puede generarnos tanto un quebranto como una utilidad se dice que es un riesgo especulativo o dinámico, pero si el evento una vez que sucede solamente puede causar un daño, un quebranto, una pérdida se dice entonces que es un riesgo estático o mejor conocido como un riesgo puro.

Me gustaría enfocarme inicialmente en éstos últimos, ya que normalmente son los que menos importancia les damos y los que pueden llegar a presentarse con más frecuencia. Podemos tener riesgos puros en nuestras personas, incluida la familia o en nuestros activos, las cosas que poseemos, pueden ser causados por fenómenos meteorológicos, por los criminales, por la aplicación de las leyes, etcétera. 

Uno de los primeros pasos que debemos dar es la identificación de nuestros riesgos, es decir el grado de exposición que tenemos para que el evento ocurra, tratando de hacernos llegar la mayor cantidad de información respecto a las condiciones de peligro a las que estamos expuestos, en las personas y en los activos o nuestras posesiones; y detectar oportunamente esas ocasiones, aquí el sentido común es una herramienta muy importante.

Ya que tenemos identificados lo mejor posible hay que evaluarlos, determinar que tan crítica puede ser la pérdida y establecer acciones, esto se logra haciendo un cruce entre las tres variables más comunes: Impacto o gravedad, Frecuencia y Probabilidad.

El impacto a gravedad de un evento, está definida por qué tanto te puede afectar la pérdida puedes usar categorías simples como alta, media y baja; o puedes establecer valores. Supongamos por ejemplo un incendio, si la pérdida es de toda tu casa es alta, pero si solamente afecta una habitación o un piso es media y si solamente es un electrodoméstico es baja.

La frecuencia tiene que ver con la exposición al riesgo de que el evento ocurra, el número de veces que nos exponemos, puedes usar incluso la misma clasificación simple de alta, mediana y baja, por ejemplo una persona que maneja un taxi está más expuesto a sufrir un accidente que una persona que no maneja y su exposición es más baja, claro siempre y cuando no esté todo el tiempo viajando como pasajero, porque entonces tendría también una exposición alta.

Y finalmente la probabilidad, ese cálculo matemático que involucra la posibilidad de que ocurra o de que no. Si la probabilidad de ocurrencia es CERO, aunque el impacto sea Alto, el riesgo es CERO. Pero recuerden que a mayor número de veces que un evento se repita la probabilidad de que un evento que lo modifique se produzca es mayor, por ejemplo mientras más veces lancemos una moneda y caiga "águila", las probabilidades de caiga "sol" se incrementan.

Una vez que están identificados y evaluados los riesgos hay que hacer un plan de acción tendiente a eliminarlos,  es decir evitar las exposiciones, eliminar las situaciones de peligro, como lo más común es que no se pueda eliminar del todo el riesgo, cuando no es posible eliminarlos por completo, entonces hay que minimizarlos,  es decir que afecten lo menos posible, que tengan el menor impacto, que las exposiciones al riesgo o las situaciones peligrosas estén en ambientes lo más controlados posible, establecer protecciones adicionales, establecer medidas de seguridad.

Cuando no es posible eliminar o minimizar el riesgo, entonces hay que transferirlo, traspasar el riesgo a un tercero, aquí es donde entran las compañías de seguros quienes son las que asumen los riesgos que les traspasamos mediante el cobro de una prima.

Lo importante que debemos tomar en cuenta es que el costo de la acción tomada para eliminar, minimizar o transferir el riesgo nunca debe ser mayor que el impacto de la ocurrencia del evento, en ocasiones gastamos más que lo que estamos evitando.

Nuestra cultura, en general, no está acostumbrada a administrar el riesgo y por lo tanto no estamos preparados, ¿tú lo estás?

"Es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo"
-Refrán popular atribuido a los vendedores de seguros

Mañana comentaremos algo sobre el riesgo especulativo o dinámico.

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