Hace algunos días dediqué una publicación a mi gusto por el café y en ella prometía que pronto dedicaría uno al vino, especialmente al tinto, otro de mis gustos que disfruto mucho, tomar una copa de vino es uno de esos momentos que abonan a mi cuenta de la felicidad.
No me siento un gran conocedor, sin embargo creo que si puedo distinguir un buen vino de otro no tanto, coincido con la definición de algunos enólogos y someliers, ellos si conocedores, de que: " el mejor vino es el que a tí te gusta". Si es muy cómodo decirlo así, pero me parece muy cierto.
Al igual que me pasa con la comida, mi paladar abre esas puertas dimensionales con el vino, me recuerda aromas y sabores que relaciono con lugares y épocas, no logro definirlas como lo hacen los expertos, que si sabe a determinada fruta, que si deja sensación de chocolate o que si los taninos, a mí los sabores sólo me recuerda a lugares como Querétaro, a una etapa en que regresé a Puebla, a una cena de navidad o a una reunión con amigos.
El gusto por el vino te puede llevar a la bancarrota si inviertes mucho dinero en este gusto, hay vinos que son carísimos, no necesariamente buenos, pero si caros, personalmente sigo algunas recomendaciones que leído aquí y allá que me han resultado muy útiles, tengo un rango de precio en mi presupuesto, compro una o dos botellas diferentes dentro de éste rango, lo pruebo, si me gusta, lo sigo comprando hasta que se termina esa marca o esa cosecha, después pruebo otro y repito la operación, simple pero funciona.
Me gustan todas las variedades de uva, sin embargo últimamente me he inclinado más hacia el Merlot, me parece ligeramente más afrutado, más suave al paladar y me parece que combina más con la mayoría de los alimentos que me gusta acompañar con vino, incluso con ate y queso.
Vivir en Monterrey me gusta, ya también lo he platicado en el blog, sin embargo las altas temperaturas causan algunos problemas adicionales a mi gusto por el vino, se requiere tener una cavita refrigerada para mantener una temperatura adecuada y que no se dañe el sabor, lo mismo ocurre una vez abierto, hay que mantenerlo en temperatura con un enfriador o con un recipiente con hielo, a veces por más que cuides evitar los cambios de temperatura, el vino se daña.
No me voy a extender con los beneficios que se atribuyen a beber vino regularmente, aunque debe ser con moderación, entre los más reconocidos es que permite mejorar la circulación, la digestión, el ritmo cardiaco, reduce los efectos del colesterol, reduce los riesgos de infarto y además libera endorfinas, esa sustancia natural del cuerpo que crea una sensación de bienestar que bien puede ser llamada felicidad.
Al igual que los alimentos, el vino debe compartirse para multiplicar los efectos benéficos, una copa de vino con tu pareja, compartiendo con amigos ofrece además el beneficio de la compañía, mantener y cultivar las relaciones positivas, abrir una botella es un buen pretexto para convivir.
MI ritual de viernes por la noche con queso, pan, jamón y vino es uno de mis favoritos, por cierto, como dijera el maestro Germán Dehesa: "hoy toca".
Te dejo la frase para la reflexión de hoy...
"El vino siembra poesía en los corazones."
Dante Alighieri (1265-1321) Escritor y filósofo italiano.
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