Hoy fue el debut de la selección de futbol de México, ya he dicho que me gusta el futbol y cada cuatro años se renueva en mí la esperanza de que el equipo trascienda y llegue más allá de lo que ha hecho en los últimos mundiales, recuerdo en el 2005 cuando vi el mundial sub17 y la emoción que sentí cuando México fue por primera vez campeón del mundo.
Cuando comencé a ver el partido de hoy me parecía que había circunstancias similares al pasado, en donde da la impresión de que siempre se alinean los astros para evitar que el equipo mexicano gane su partido, para empezar cayó un aguacero tremendo, por comentarios de los cronistas en la sede del partido era raro que lloviera y cuando sucede, se quita en menos de media hora, hoy llovió a cántaros.
El equipo comenzó jugando bien pero fallando la jugada final como acostumbra, los jugadores necesitan generar muchas jugadas para poder anotar un gol debido a la enorme cantidad de fallas, ya sea en el centro, en la decisión o en la ejecución final, cuando parecía que obtenían la justa recompensa a su buen desempeño con un gol fue anulado por el juez de línea erróneamente debido a que vio un fuera de lugar inexistente, nuevamente se formaban negros nubarrones del destino.
Es indudable que pierdas la objetividad cuando juega tu equipo favorito y más aún cuando juega tu equipo nacional, pero en esta ocasión México estaba jugando muy bien y otra vez logró un gol que parecía, ahora sí, el justo premio al buen juego, pero no, una vez más el mismo juez de línea cometió un error más al anular otro gol válido del seleccionado mexicano.
Inmediatamente se me vinieron a la mente muchos recuerdos de situaciones similares donde se jugaba muy bien y se terminaba perdiendo, partidos en donde una decisión injusta se convertía en la diferencia y se perdía un juego, la concentración, la ilusión y con ella la esperanza, nunca llegaba la "justicia divina", por un momento pensé que se cumplía el sino fatal con un balón desviado en la barrera que le cambió la trayectoria a Ochoa, por suerte salió pasando muy cerca del poste.
Fue hasta el segundo tiempo que por fin llegó la anotación ansiosamente anhelada, ahora sí el grito tuvo eco en la realidad, ahora si fue gol. Con media hora de partido, los temores regresaron, la posibilidad de que el equipo retrocediera, le cediera terreno al rival y terminara agobiado con el empate o peor aún una derrota, pero me tranquilizaron los cambios manteniendo una filosofía ofensiva y que le mando un mensaje a todos en la cancha, no iba a renunciar al ataque.
El silbatazo final regreso las cosas a la normalidad, bueno no todo, el estado de ánimo cambió, esa sensación de logro, aunque fuera un logro compartido, es una de las emociones positivas que crean ese bienestar que llaman felicidad, fue uno de esos momentos que sumados te hacen una persona feliz, por eso es importante cuando juega México y es mucho más importante que gane México, porque es una forma como el mexicano encuentra esas sensaciones de logro, escasas tal vez en su vida diaria, que lo hacen feliz.
El camino apenas comienza pero se recorre con más tranquilidad ganando, me gustó como jugaron y se mantiene viva la esperanza, para conseguir una meta tienes que visualizarla permanentemente, espero que todos los jugadores se visualicen campeones del mundo, por lo pronto el martes sigue Brasil, me atrevería a asegurar que los anfitriones están preocupados. Bien hecho México!!!
Les dejo la frase para la reflexión...
"La victoria pertenece al más perseverante."
Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés.
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