miércoles, 19 de febrero de 2014

Hoy comí hígado encebollado

El curioso tìtulo del post de hoy se debe a que efectivamente comí hígado encebollado, muchos se preguntarán qué tiene de particular, la respuesta es porque comerlo me transportó entre otros lugares a mi infancia, mi paladar tiene una conexión con mi cerebro en la parte donde se almacena la memoria, cuando recibe estos sabores, abre inmediatamente el mecanismo que activa mis recuerdos.

¿Han visto la película de Ratatouille? Hay una escena dónde el crítico de restaurant Anton Ego prueba el platillo preparado por Remy la rata y que es precisamente un ratatouille, al probarlo abre un túnel del tiempo a su niñez, ésa misma conexión se abre en mi cerebro y me transporta en el tiempo.

El gusto y el olfato, dos sentidos que están muy ligados a la parte primitiva del cerebro humano están íntimamente ligados, ambos tienen esa capacidad de enviar los mensajes al cerebro que dispara la memoria, cuando percibimos aromas que están ligados a momentos emotivos de tu vida, inmediatamente sientes esas mismas emociones. Lo mismo pasa con los sabores.

En vísperas de navidad hay una cantidad de olores que nos recuerdan que está próxima y siempre trae a la memoria los recuerdos de las ocasiones que dejaron huella, pero invariablemente la relacionamos con la época, por lo general decimos: "huele a Navidad", a mí me pasa cuando hierven los chipotles con piloncillo, o el olor del aceite de olivo y el bacalao.

Cuando pruebo una natilla como la que solían hacer en la casa de mi abuelo paterno como postre, también me transporta a esa parte de mi niñez, los chiles en nogada me transportan de inmediato a la casa de mis padres en la infancia. Ahora me pasa con la carne asada que me transporta de inmediato a Monterrey o un tamalito con chipilín, que me envía de viaje a Chiapas, la tierra de mi esposa.

Como es de importante el olfato y su conexión a nuestro cerebro primitivo que al gas que es inoloro se le agrega una sustancia, el tetrahidrotiofeno que le da el olor característico para reconocer el peligro de una fuga y reaccionemos de inmediato.

El olfato nos ayuda a reconocer cuando los alimentos están descompuestos, el gusto completa la tarea si es algo imperceptible aún. Nos avisa también cuando tenemos que cambiar el pañal al bebé. 

Otro ejemplo muy contundente de esta conexión primitiva, es el aroma de nuestra pareja, eso es lo que le llaman tener química, es cuando te gusta el olor de tu pareja, incluso después de hacer ejercicio, puede ser la combinación con perfumes y desodorantes con su piel, pero si has olfateado su piel al natural y te gusta, es una explicación de donde parte tu enamoramiento.

Los olores y los sabores están ligados a experiencias, si viajas a lugares nuevos prueba sabores nuevos, la relación de unos y otros te harán regresar nuevamente a través de tu memoria.

Les dejo la frase para la reflexión...

"El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños."
Graham Greene (1904-1991) Novelista británico.
 
 

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