Admiro a muchos escritores, uno de ellos es Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, muchos conocen que el origen de su apodo es precisamente por su enorme capacidad para escribir como si fuera un Shakespeare y por su tamaño un Shakespearito.
Cuando era niño, uno de los días más esperados era cuando pasaban el Chavo del 8, si mal no recuerdo era los lunes a las 8, siempre me pareció muy divertido, recuerdo que me hacía reír a carcajadas, llorar de risa, me causaba una enorme gracia el personaje de Quico, le encontraba muchas similitudes a un niño que vivía en uno de los departamentos del edificio en que vivíamos en mi infancia.
En el Chavo, Chespirito recreaba a la perfección situaciones que podíamos reconocer en el comportamiento de muchos niños, aunque se dice que los actores fueron los que dieron las caracterìsticas a sus respectivos personajes, creo que es evidente la creación del autor en los nombres, sus personalidades, su forma de decir las cosas, por mucho que haya influencia del actor en la forma de llorar de la Chilindrina y su suéter enredado, o la forma de llorar de Quico y su traje de marinerito. Los personajes pertenecen a su autor.
Cuando crecí y los programas se comenzaron a repetir como clásicos, me seguía riendo de la misma manera que cuando era niño, pero empencé a entender también la gran capacidad de escritor de Chespirito.
Siempre me gustaron también las películas de "Viruta y Capulina", la pareja de cómicos que tuvo un éxito muy grande a principios de los años 60 y prácticamente durante toda la década, un éxito que pasó del cine a los inicios de la televisión, el escritor a quién debieron ese éxito fué Chespirito, cuando dejó de escribirles, la pareja se separó, Capulina tuvo más éxito que Viruta aunque rayando en la comicidad simple y de pastelazo en vez de la comedia de situaciones inteligentes y divertidas que los caracterizaba.
El otro programa que esperaba todas las semanas era el "Chapulin Colorado", pasaba los jueves a las 8 si mi memoria no es infiel, el mismo protocolo frente a la tele para ver el programa de un héroe miedoso, débil, torpe, a veces tonto pero que terminaba salvando las situaciones a las que se enfrentaba, un personaje digno de un análisis de personalidad por su buen diseño. Sus frases repetidas, sus dichos mal empleados y peor dichos, sus pastillas de "chiquitolina".
Casi siempre el capítulo semanal venía precedido de "un sabroso entremés" con otros de los personajes creados por Chespirito, breves esketches muy divertidos donde aparecían "los caquitos" una pareja de ladrones fracasados o el "doctor Chapatín" y sus manías.
En muchas entrevistas ha dicho que fue por casualidad que la letra "CH" comenzó a dominar los nombres de sus personajes, creo que la modestia de don Roberto es la que habla, es completamente deliberado y planeado, producto de una creatividad indomable, de un dominio del timing de la comedia y de la importancia del diseño de los personajes: Chespirito, el Chavo, el doctor Chapatin, el Chómpiras, la Chilindrina, Don Chambón, Chaparrón Bonaparte, la Chimoltrufia.
Recuerdo un programa donde hizo una parodia al Tenorio de José Zorrilla, cambiando los versos originales por otros con un chiste incluido. La habilidad para cambiar las rimas, mantener el sentido original y además hacerlo de una manera graciosa es admirable.
Este pequeño homenaje es un agradecimiento a los gratos y divertidos momentos que viví gracias a él y sus personajes, "no contaban con su astucia".
Les dejo una frase para la reflexión...
"Quien nos hace reír es un cómico. Quien nos hace pensar y luego reír es un humorista."
George Burns (1896-1996) Cómico estadounidense.
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