El término activo, desde el punto de vista contable, son tus posesiones que generan riqueza, puede ser una casa que rentas y te produce un ingreso, una cuenta de ahorros que genera intereses o el conocimiento que te permite obtener un ingreso, puede ser el conocimiento de tu oficio o tu profesión.
Durante mi carrera he tenido la oportunidad de abrir muchos cursos de capacitación para las empresas en las que he laborado, incluso he participado como instructor o coach impartiendo el curso personalmente, en todas ellas hago la referencia de que la capacitación es una inversión que hace la Empresa y de cuyo producto somos propietarios. Desde luego que la Empresa lo hace con la intención de que el conocimiento produzca un retorno con la mejora en nuestro trabajo.
Cuando por alguna razón, dejamos la empresa, no dejamos en ella el conocimiento, lo llevamos con nosotros y puede ser ejercido en cualquier otro lado, se convierte en nuestro bagage, en nuestro activo. Si al conocimiento agregamos experiencia, es decir la ejecución práctica de este conocimiento, el producto final puede ser muy atractivo en el mercado laboral.
Pero el conocimiento no se centra solamente en el aspecto laboral, el desarrollo del ser humano implica que el aprendizaje, la mejora, el incremento de conocimiento puede ser en todos los ámbitos en que el ser humano se desenvuelve, en el familiar, en lo social, en lo espiritual o hasta en lo político, así que mientras más aprendemos, más crecen nuestros activos, pero sólo los podemos catalogar de esa manera si agregan valor y crean riqueza, no necesariamente monetaria, puede ser riqueza espiritual, por ejemplo.
La principal inversión que hacemos en nuestro conocimiento es tiempo, ya hemos hablado del valor del tiempo en muchos post, especialmente del tiempo desperdiciado, cuando inviertes tiempo aprendiendo un idioma, un nuevo oficio, practicando con un instrumento, leyendo de temas nuevos, estudiando un diplomado, una nueva carrera, estás incrementando el valor de lo que sabes y cuando lo llevas a la práctica, lo estás multiplicando.
A pesar de lo valioso que es aprender, aún hay quien le resta la importancia, no aprovechan lo que las empresas invierten en capacitación, acuden a los cursos obligados o solamente lo ven como una manera de romper la rutina del trabajo, se sientan hasta el fondo de la sala y no participan, permanecen apáticos y criticando todo, que si la sala, que si el sonido, que si la comida, que si el instructor, que si el trabajo se va a acumular, quejas, quejas, quejas y dejan pasar una magnífica oportunidad para crecer. Al final, las empresas identifican a estas personas y las extirpan, conservan a quienes tienen la aptitud pero sobre todo la actitud. Se convirtió en una inversión para depurar el capital humano.
Pero lo más triste es que nosotros mismos pongamos la misma apatía cuando estamos aprendiendo cosas nuevas, invertimos tiempo en aprender y lo desperdiciamos con nuestra actitud indolente, si tomamos la decisión de invertir en conocimientos nuevos, pongamos todo el empeño en lograrlo.
Leer es una de las más sencillas inversiones, con el internet y los libros electrónicos se ha facilitado esta actividad, si mejoras tu ortografía, tu redacción, tus relaciones personales, tu autoestima, tus actitudes o tu parte espiritual estarás agregando valor a tu más preciada empresa: "YO MISMO, S.A.".
Tengo el reto de incrementar el número de lectores, así que si te gustó por favor compártelo, como siempre te dejo una reflexión (y conocimiento) en una sentencia corta...
"Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios."
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.
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