jueves, 19 de septiembre de 2013

Escarbando en los recuerdos II

Mis amigos, así como les he platicado de mi Padre, tengo que platicar de mi Madre y vaya si hay tema de conversación, no porque fuera más importante sino porque se propuso dejar profunda huella en nosotros sus hijos. A diferencia de mi Padre, su influencia es mucho más evidente, me atrevería a decir que una minúscula rayita abajo de la manipulación, si alguien sabe cómo conseguir que hagamos las cosas es mi Madre.

Desde mi niñez, cuando no estaba en la escuela, la recuerdo trabajando y ausente la mayoría de los días, vendiendo cosas, consiguiendo dinero y batallando para llevar comida a la mesa, la recuerdo llegando 5 o 10 minutos antes de la hora acostumbrada de la comida, y 15 minutos después, tener listos los alimentos dejando un desastre en la cocina producto de la revolución causada en la preparación.

No puedo negar que mucho de lo que soy tiene su sello, si quería ropa limpia, tenía que lavarla yo mismo, si la quería planchada, la tenía que planchar yo mismo, me enseño fundamentos de cocina, de supervivencia diría yo, y me hizo completamente independiente y autosuficiente, al pasar de los años no tengo más que agradecerlo.

Me enseño a querer a mis hermanos, a compartir y evitar el egoísmo, me enseño a respetar a las mujeres y a cuidarlas, puso énfasis en mis hermanas, me llevó a la Iglesia y me enseño a amar a Dios sobre todas las cosas, me repitió sin descanso la importancia de la madre y el deber de hijo de ayudarla, se ponía de ejemplo a ella con mi abuela, tal vez preparando el terreno que algún día transitaríamos.

La recuerdo bella, conservo una foto que le tomo un fotógrafo casual callejero y que me hacía encontrar similitud con las artistas de las películas de TinTán, pero también la recuerdo con el rostro lleno de tristeza de las fotos de su boda, solo ella sabe que pasaba por su mente en ese día.


Lo que más destaca de mi madre es su facilidad para la poesía, cualquier tema, simples cumpleaños, cualquier evento, tarea escolar, ocurrencia o el más profundo y secreto sentimiento se convierten en poemas, escritos en papeles imprevistos, servilletas, cuadernos usados, reversos de calendarios, hasta la orilla del periódico sirvió de lienzo a su poesía; escribe de la misma manera que cocinaba, dejando un desastre en la cocina pero el resultado era delicioso.

Tengo la fortuna de conservarla aún y espero seguir platicando de ella en tiempo presente mucho tiempo más, como dicen por ahí, a lo mejor tengo "mamitis", pero yo no tengo culpa, el virus fue perfectamente incubado por ella, tal vez por eso no se cura.

Como siempre les dejo mi reflexión

"Quien quiere a su madre no puede ser malo."
Louis Charles Alfred de Musset (1810-1857) Poeta francés.


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