jueves, 4 de diciembre de 2014

Los diciembres de mi niñez

Ya he escrito que soy un hombre feliz, lo que tal vez no les dije es que fuí un niño feliz también, la felicidad como yo la entiendo es la suma de todos esos momentos felices que disfrutamos, hasta ahora que he leído un poco más sobre el tema entiendo porque pienso de esta manera, encontré un fundamento científico a lo que siempre, de una u otra manera he sabido.

Ayer que reflexionaba con ustedes sobre el mes de diciembre y la nostalgia, no pude evitar transportarme a mi niñez, a través de la memoria abrir esos pasajes dimensionales para viajar en el tiempo.

No se si a ustedes les pase, pero me gusta el sol de diciembre, es tímido pero tibio, especialmente el de la tarde, como oscurece más temprano, quieres que se extienda su presencia durante más tiempo, es como ese amigo que se despide pero no quieres que se vaya y prolongas la despedida en la puerta. Cuando era niño ése sol era compañero de juegos, así que la puesta era la hora de ir a casa.

Esperaba con ansias las vacaciones de diciembre, más tiempo para jugar, para leer, para diversión, era una época en la que las carencias normales de la casa desaparecían, gracias al aguinaldo que daban a Papá, poco o mucho, ayudaba bastante, así que se compraban cosas que probablemente durante el año no era posible.

La comida tenía su lugar especial, ya les he dicho que mi paladar tiene una conexión dimensional tiempo-espacio, así que mi memoria está conectada a mi sentido del gusto, esperen, la conexión incluye también al olfato. Los olores y sabores de diciembre me siguen hacendo feliz. El aceite de oliva, chipotles hirviendo con piloncillo, bacalao. 

Hay otro olor que me recuerda los diciembres, la ropa nueva. No siempre, pero la navidad era un día especial para estrenar, no estoy muy seguro, pero quiza hubo años en que sólo en diciembre fue posible y otros en que el estreno se limitó a la ropa interior, pero los calzones nuevos eran suficientes para cumplir la tradición y esperar que ése estreno permitiera mucho más durante el año.

La expectativa de los regalos le ponía interés a todo el mes, los anuncios en la tele eran de juguetes de todas las características y despertaban la imaginación y la ilusión, sutilmente éramos manipulados para que pidiéramos a los reyes lo que estaba al alcance del presupuesto, una vez más mi paladar despertaba una nueva expectativa, la bolsita de chocolates que traerían los reyes como complemento a los juguetes.

Los diciembres de mi niñez fueron especiales para mi, llenaron de momentos felices mi infancia y son tesoro valioso de mis recuerdos, estoy seguro que tú también tienes el tuyo, ojalá que lo que estás leyendo te sirva para encontrar la llave y redescubras su brillo, oculto por el polvo del olvido depositado en él.

Te dejo una reflexión en pocas palabras...

"Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces."
Marco Valerio Marcial (40-104) Poeta latino.

 

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